Anterior: El Alma del Gladiador Capítulo 4
Esa
noche caí desplomado a la cama. Entre la pelea y tanto reírme
realmente estaba cansado. Me sentía bien, se podría decir que era
feliz. Con el paso de los años he podido comprobar que ése
posiblemente fue el día más feliz de mi vida. Pero también sentía
un miedo proporcional. Nadie me podía asegurar que esos matones (o
cualquier otro) no volverían a por ella; tal vez por venganza, o por
el puro vicio de abusar. Y recordé el triste rostro al agacharse.
Ella creía que no la podía ver desde mi posición, y se relajó.
Desde
entonces tomé una crítica determinación: No debía depender de mi
Hime más. Ella era muy valiente, mucho más valiente que yo. Pero
demasiado valiosa para perderla. Si quería ser lo bastante fuerte
como para protegerla debía cambiar mi posición. Ya no podría ser
más un niño mimado; debía convertirme en su apoyo y su protector.
Para poder ver cada día esa sonrisa en su rostro. Realmente lo
tenía bien claro: No lo hacía por ella; lo hacía por mí.
Seguía
siendo tan cobarde como al principio, pero necesitaba esa sonrisa
como las plantas al Sol.
Pasó
una semana y parecía que la situación se había calmado. Nadie nos
esperaba en la valla del colegio, simplemente éramos rechazados del
modo habitual.
Faltaban
pocos días para las vacaciones de verano. Seguramente ésa era una
de las razones. Pero a pesar de la bondad de la situación, Hime no
hacía buena cara. Se había pasado la mitad del día suspirando con
la mano sobre su carpeta. Tenía que saber lo que la incomodaba. ¿Tal
vez sería una carta de amor de algún admirador? Podría ser; algún
niño le invitaría para estar juntos en vacaciones. Luego le diría
algo como 'mira ese avión como vuela' y ella con lo despistada que
era miraría hacia allí inocentemente. Entonces cuando volviera la
cara él.... <<¡aaaaaaarrrghhhhhhhh, no puedo soportarlo!
¡Tengo que saber cuál es la causa de su preocupación!>>
“¿Qué
pasa, vas a echar de menos la escuela? ¿Es por eso que tienes esa
cara triste? Si es por eso no te preocupes, yo puedo ser tu profesor
particular. Te enseñaré a cocinar bichos y....”
“¡Puajjj!
¡Mira que eres guarro!” De algún modo su rostro recuperó la
luminosidad durante ese efímero instante.
Tenía
que crear una ocasión para ojear la carpeta de los horrores. Pero,
¿cómo? Ella no me había dicho nada, luego obviamente no quería
que me enterara. <<Realmente podría ser un admirador...>>
Ese hecho me estaba irritando aún más.
Finalmente
di con la solución. “Hime, te apetece un baño de burbujas en mi
casa? Como agradecimiento por curarme la última vez.”
“¡Vale,
qué bien! ¿Y me podré poner un yukata1 y hacer la jugada del
magistrado2?”
“Está bien, sólo por hoy.” Al
parecer la propuesta tuvo un mejor efecto del esperado y ahora su
expresión estaba despejada de preocupaciones. Su sonrisa y sus vivos
coloretes eran algo bello.
Seguimos
hablando de camino hasta mi casa.
La
dejé con una sirvienta para que le ayudara con la ropa. La cara de
resignación de la misma era un poema; parece ser que ya sabía las
cosas raras que a Hime le gustaba hacer cuando venía a mi casa.
Se
fueron al yacuzzi, y mientras yo no perdí un segundo. Registré
rápidamente la carpeta, y ahí estaba. Una carta de am...?? ¡de aceptación para
un curso acelerado especial de la escuela! Sabía que Hime era buena
estudiando, pero esto... Luego seguí leyendo.... precio 200 euros al
mes. ¿Pero cómo podía ser tan caro? ¿Iba su familia a poder
pagarlo, ni tan siquiera la mitad...? <<Ah, claro, esto es lo
que la tenía tan preocupada. Tendré que hacer algo al respecto.>>
Aproveché
que en poco tiempo iba a ser su santo. <<Ésta es la mía,
puedo darle una buena sorpresa>>. Por el momento, tan sólo
guardé todo de nuevo en la carpeta y la dejé como estaba al
principio. No era mal momento. Podía hacer ahora la llamada.
Descolgué
el teléfono y marqué el número de mi padre.
“...........
................. ….....” “¿Diga?” “Hola papá” “¿Hijo?
¡Mira mamá es nuestro hijo! ¡Qué raro que se acuerde de
llamarnos!”
“Os
tengo que pedir un favor...”
“Ah, ya me extrañaba a mí la
llamada... Bueno,
como sea. Cuéntame.”
“Pues hace tiempo me hice una buena amiga
y... bueno, es mi mejor amiga.” “Ajá. ¿Tu novia, no?”
“No
es mi novia, es más que eso” dije yo sorprendiéndome a mí mismo
y ruborizándome. “Resulta que ha sido seleccionada para el
programa acelerado del colegio, pero su familia es extremadamente
pobre y no tiene acceso económico para ello.”
“De
modo que quieres que nosotros lo paguemos, ya que estamos bien
situados económicamente...”
“Así es. Podéis pedirme cualquier
favor a cambio.”
“Conque estás tan decidido... vale entonces, te
quitaremos a las sirvientas y sólo vas a tener al mayordomo, a
partir de ahora. ¿Te parece justo el pago?”
“Está
bien, supongo que puedo adaptarme.”
“Ten en cuenta que él sólo
no podrá hacer todo y tendrás que ayudar con la limpieza y las
labores de casa. Además, tendrás que mantener arreglada tu
habitación por tí mismo”
A
un niño rico como yo se le antojaba duro semejante cambio, pero ya
estaba determinado a hacerlo. “Lo sé, me adaptaré. No os
preocupéis por mí.”
“...Realmente
quieres a esa niña, ¿verdad?”
“Así es, es lo más importante
para mí, lo único en esta vida que realmente me importa”. Tal
frase debería sonar dura para cualquier padre, pero lejos de mostrar
desasosiego él dijo: “No sé qué extraño poder tiene esa niña,
pero creo que te está haciendo mucho bien.”
“Así es, así es
como es ella. Se preocupa por mí y me cuida maś que ningún otro. Papá....”
“¿Dime?”
“...Gracias.”
Se produjo un breve silencio al otro
lado de la línea. Mi padre estaba conmovido de que aquel niño que
nunca había tenido interés en nada pudiera decir esas palabras.
Finalmente nos despedimos.
“¡Magistradooooooooooo!”
Ahí estaba mi Hime con su yukata.
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Aclaraciones:
1. yukata: Vestimenta tradicional japonesa, como un kimono, más o menos. Lleva una faja llamada "obi" que lo entalla al cuerpo de la mujer.
2. "jugada del Magistrado": Tradición japonesa que en ocasiones aparece en el anime; un hombre mayor llamado "magistrado" tira de la faja u obi del yukata de una chica, en ademán de acosarla o algo similar. Ella da vueltas como una peonza al desenrollarse el obi, mientras dice dice "¡no, por favor, no por favor!" y el magistrado suele decir algo como: "¡Es maravilloso, es maravilloso!"
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2. "jugada del Magistrado": Tradición japonesa que en ocasiones aparece en el anime; un hombre mayor llamado "magistrado" tira de la faja u obi del yukata de una chica, en ademán de acosarla o algo similar. Ella da vueltas como una peonza al desenrollarse el obi, mientras dice dice "¡no, por favor, no por favor!" y el magistrado suele decir algo como: "¡Es maravilloso, es maravilloso!"
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