Anterior: El Alma del Gladiador Capítulo 5
“¡Magistradooooooooooo!” Ahí estaba mi Hime con su yukata.
“¿Sería
tan amable de coger de esta punta?” Dijo, tendiéndome un extremo
del obi. Y yo con resignación la tomé. <<¿Qué hay de malo?
Vamos a reírnos un rato con 'la peonza Hime' ja ja.>> “¡Está
bien! ¡Tú lo has querido! ¡Prepárate!”
“¡Adelante!”
Jalé
fuertemente de ella mientras decía “¡Esto es fabuloso!” Y ella
gritaba “¡No, por favor!” Finalmente se desenrolló el obi
completamente y ella mareada se estampó contra la pared. Cayó al
suelo como un tronco seco. Sin pensarlo dos veces tomé la alfombra y
la enrrollé sobre ella.
Cuando se le pasó el mareo:
“¡Socorro!
¡El malvado magistrado me ha atrapado! ¡Que alguien me ayude!”
Con lo cual la situación no podía pintar mejor para mí. Había
dado la hora de cenar, y ella seguía allí enrollada. Traje un plato
de pisto y comencé a comerlo lenta y sugerentemente frente a ella.
Su cara de hambre era tan evidente que a penas podía aguantar la
risa.
“¿Qué
ocurre, quieres comer, mi princesa rehén?”
“¡Eres
malo! ¡Has llevado el juego demasiado lejos!”
“Ah,
no, no, no. Si eres antipática conmigo no te daré nada de este
sabroso pisto caliente.” Hime simplemente hinchó sus papos como
una rana en señal de enfado y resignación.
Me
acerqué a ella con el plato de pisto y la cuchara. “Una por
mamá... Vamos, traga.. Otra por papá...” Le rebosaba a los lados
de la boca y yo lo limpié con la cuchara y un trapo. “¡Ay, qué
bien come mi niña....!”
Aunque
seguía mostrando una expresión de enfado, de algún modo se había
hecho más dulce. Cuando terminó todo el plato dije: “¡Muy bien,
mi niña! ¡Te lo has comido todo! Ahora te soltaré...”
Su
rostro se puso repentinamente colorado.
“Pero...
¿No hay segundo plato?”
“Está
bien, mi niña es un poco avariciosa. Aquí tienes. Pechuga de
pollo.”
Seguí
dándola de comer. La escena era realmente tierna. Cuando hubo
terminado, finalmente la liberé.
“¡Muy
bien, mi niña es una campeona!” Dije mientras le daba un fuerte
abrazo a su recién 'excarcelado' y húmedo cuerpo...
<<¿...húmedo...?>> Lágrimas gordas como gotas de
tormenta corrían por sus sonrosadas mejillas. “... hagas lo que
hagas... no me dejes nunca...” susurró. “Ése es el plan de este
secuestro, mi rehén” contesté.
Finalmente
llegaron las vacaciones de verano. Mis padres, como era habitual,
estaban perdidos en el extranjero en sus viajes de negocios. Hime y
yo íbamos a la piscina de mi mansión a bañarnos.
Iba a ser el santo de
mi Hime. No quería esperar hasta su cumpleaños, ya que me gustaría
liberarla de sus preocupaciones lo antes posible. Pero sabía que
había algo mal ahí. La invitaba muchos días a mi piscina, y sabía
que ella se sentía mal por eso; aún cuando no me lo dijera para no
preocuparme.
Si además ahora le pagaba la matrícula del curso
acelerado, podía llegar a estropear nuestra relación.
De modo que
tenía que forzarla a hacerme un favor grande. Algún inmenso favor
para que pudiera pagármelo, y así no sentirse mal. Pero ¿cuál?
Debía
ser algo que incluso ella, que era tan pobre, pudiera hacer... Tal
vez algún trabajo como cocinar o arreglar el jardín, limpiar la
piscina... Así es. Debía ponerla a trabajar.
Estábamos
ambos tumbados en dos hamacas contiguas tomando el sol.
“...Hey,
Hime”
“¿mmmmm?”
“Algunas
sirvientas están de vacaciones, y necesito alguna ayuda con las
tareas del hogar como cocinar, planchar, limpiar la piscina, arreglar
el jardín,... ¿te gustaría echarme una mano?”
“¡Claro,
por supuesto! Después de todo lo que haces por mí, sería lo
mínimo.”
De
forma que comenzó haciendo la cena esa noche.
“Sí,
mamá, voy a hacer la cena para Kota así que cenaré aquí."
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El Alma del Gladiador by Ignacio García Pérez is licensed under a Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported License.
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